Cartas Vocacionales, septiembre de 2019.
Un abrazo fraterno para todas las comunidades que anuncian a los jóvenes el amor que Dios les tiene y se sienten impulsadas por la fuerza del Evangelio de Jesús, a renovar la pasión por
continuar andando y el amor al camino con ellos.
El capitulo V de la Exhortación “Christus Vivit” abre juego a nuevos desafíos y nos ayuda a
profundizar los caminos de juventud. Acompañar lo que habita el corazón de los jóvenes, sus
sentimientos y búsquedas, sus historias y sus sueños nos impulsa a “descalzarnos” con la certeza de estar en “tierra sagrada”.
La vida de los jóvenes está marcada por los sueños, por relaciones, por elecciones que le permiten trabajar en la construcción de un proyecto de vida. Por eso creo que, conectar a los jóvenes con sus sueños más profundos, toca una dimensión sagrada su ser.
Los sueños nutren, alimentan, proyectan. Los sueños inspiran, nos mantienen en camino, nos
hacen arriesgar, aunque nos equivoquemos, asumiendo los logros y los fracasos, necesarios para fortalecer el corazón, para poder crecer y madurar.
Jesús se dejó inspirar por sus sueños y se comprometió con ellos, los vivió. El sueño de Jesús hace presente en la historia un nuevo modo de relacionarnos. Proponerles a los jóvenes entrar en el evangelio, entablar una amistad con El, conectarse con su sueño, es el camino para encontrar el sentido más profundo de su existencia.
Jesús, “tierra sagrada del Padre”, los invita, les propone, ¿quieren saber dónde vivo? “Vengan y
vean”. Jesús les pide “permanezcan en mi amor”. Se pone a caminar con quienes están tristes,
desorientados... Jesús hace arder el corazón cuando en el camino comparte con nosotros las
Escrituras y parte para nosotros el pan...
Él puede unir a todos los jóvenes en un único sueño, un sueño capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que dio la vida en la cruz y que el Espíritu tatuó a fuego en Pentecostés a la espera de que encuentre espacio para crecer y desarrollarse. Un sueño, llamado Jesús, sembrado por el Padre que crecerá y vivirá en cada corazón. Un sueño concreto, que es una persona, que corre por nuestras venas, estremece el corazón y lo hace bailar”.
Este sueño de Jesús incluía a otros, por eso invita y provoca que otros se dejen encender por sus propios sueños. Jesús nos lleva a descubrir y vivir experiencias de fraternidad.
El Papa Francisco anima a los jóvenes a valorar y cuidar fielmente la amistad. Pero les propone a ir más allá del grupo de amigos y construir la “amistad social”, buscar el bien común. Y aclara, no será tarea fácil, pero si lo hacemos en bien de todos, podremos alcanzar la magnífica experiencia de dejar de lado las diferencias para luchar juntos por algo común. Si logramos encontrar puntos de coincidencias en medio de muchas disidencias, en ese empeño artesanal, a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos, ese es el milagro de la cultura del encuentro que los jóvenes deben atreverse a vivir con pasión.
Concluye proponiéndoles sean servidores de los pobres, protagonistas de la revolución de la
caridad y el servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial.
Sean capaces de ir contracorriente y sepan compartir a Jesús, comuniquen la fe que Él les regaló.
USTEDES SON EL “AHORA DE DIOS” Y EL LOS QUIERE FECUNDOS.
Queridos hermanos, les invito a dar gracias por la vida de los jóvenes, que, movilizados por sus
inquietudes y búsquedas, no se dejan arrebatar los sueños y siguen remando mar adentro a
contracorriente comprometidos con la causa del Reino. También por aquellos que desde otros
espacios de participación construyen el hoy, asumiendo iniciativas de voluntariado, ciudadanía
activa y solidaridad social, buscando una sociedad más humana y justa.
Finalmente, para todos los que compartimos con ellos el camino, que Jesús sea el centro de
nuestra vida y misión. Que podamos encontrarlo encarnado en los jóvenes que quedan al costado

o excluidos del camino, en situación de pobreza y vulnerabilidad. Jesús nos quiere ahí, junto a ellos con ojos abiertos, corazón sensible y lleno de ternura, comprometidos en la lucha por la justicia y la paz, trabajando por una sociedad inclusiva donde todos encontremos un lugar.
Saludo fraterno en el Corazón de quien contempló a Jesús creciendo en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres.
Ana Luisa Gil
Filiación Cordimariana – Argentina