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Recuerdos de la Ordenación

Hoy conmemoramos el aniversario de la ordenación sacerdotal de nuestro fundador, San Antonio María Claret el 13 de junio de 1835.


“No busco, Señor, ni quiero saber otra cosa que vuestra santísima voluntad para cumplirla, y cumplirla, Señor, con toda perfección. Yo no quiero más que [a] Vos, y en Vos y únicamente por Vos y para Vos las demás cosas. Vos sois para mí suficientísimo. Vos sois mi Padre, mi amigo, mi hermano, mi esposo, mi todo. Yo os amo, Padre mío, fortaleza mía, refugio mío y consuelo mío. Haced, Padre mío, que yo os ame como Vos me amáis y como queréis que yo os ame. ¡Oh Padre mío! Bien conozco que no os amo cuanto debo amaros, pero estoy bien seguro [de] que vendrá día en que yo os amaré cuanto deseo amaros, porque Vos me concederéis este amor que os pido por Jesús y por María”. (Autobiografía del San Antonio María Claret, #445)


Hoy, 13 de junio, memoria de san Antonio de Padua, celebramos el aniversario de la ordenación sacerdotal de san Antonio María Claret en 1835. Esta tuvo lugar en Solsona, ciudad de la provincia de Lérida. El obispo ordenante fue fray Juan José de Tejada. Claret tenía entonces 27 años. Aunque no había terminado sus estudios, el obispo de Vic quiso adelantarle la ordenación porque veía en él algo singular.


La ordenación presbiteral supuso para Claret el punto de llegada de un sueño que había tenido siendo niño. Pero constituyó, sobre todo, un punto de partida en su vocación de misionero apostólico. Él vivió su sacerdocio, a diferencia de otros muchos clérigos de su tiempo, como una síntesis perfecta entre su dedicación al anuncio de la Palabra, la celebración sacramental y la atención pastoral a las personas. No se sentía llamado a ejercerlo desde el servicio parroquial sino como misionero itinerante. Por eso, pronto se ofreció para las misiones extranjeras. Al no poder realizar este proyecto, se encamina hacia la predicación itinerante por los pueblos de Cataluña y de Canarias.


Como debe ser universalmente, la ordenación no es un destino, sino un punto de partida. Claret necesitaba tiempo para descubrir su llamada ministerial. Sin embrago, al final de cuentas, él “vivió el sacerdocio como su manera propia de entregarse a Dios, de vivir unido a Cristo y a la Iglesia. En su vocación sacerdotal y apostólica descubrió la necesidad de vivir evangélicamente imitando, en todo, la vida del Señor y de los Apóstoles, enteramente desprendido de sí entregado al anuncio del Evangelio.” (XVII Capítulo General de 1967, PE 35)

Para esta ocasión algunos de los Claretianos de la Provincia de los EEUU-Canadá comparten recuerdos de su ordenación:


"En este día, sentí que las partes de mi vida se unieron. Pude ver ese día cómo Dios me había estado guiando a través de todos los eventos de mi vida hasta ese día, desde mis experiencias misioneras hasta mi tiempo con los franciscanos, hasta mi tiempo como maestro y mi tiempo trabajando con personas con discapacidades intelectuales, todo me llevó hacia ese momento". P. Ray Smith, CMF


"Ese día estaba nervioso, pero el Señor y a la presencia de tanta gente, amigos y familiares, me ayudaron a mantener la calma. Estuve emocional durante toda la ceremonia de ordenación. Me sentí muy relajado y en paz al final de la ordenación". P. Paulus Marandi, CMF




"Siempre pensaba que el sacerdocio sería algo que haría yo como misionero claretiano. El día de mi ordenación me di cuenta de que se trata de quien soy, no lo que hago, soy misionero claretiano y soy sacerdote". P. Agustín Carrillo, CMF


“Mi ordenación tuvo lugar en la Misión San Gabriel, el 21 de septiembre de 1989. Ese momento y ese día fue para mí un momento de mucha gratitud por tal regalo. También fue un momento de un gran sentido de paz y alegría". P. Gabriel Ruiz, CMF





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